19 mayo, 2008

NORMAN MAILER


EL CASTILLO EN EL BOSQUE.
(The castle in the Forest).

Traducción de Jaime Zulaika.
Editorial ANAGRAMA. Barcelona.
1ª edición: noviembre 2007.
Rústica. 22 x 14. 522 pp.
ISBN: 978–84–339–7460–0.


Norman Mailer nace en Long Branch el 31 de enero de 1923.
De una enorme personalidad, su vida está plagada de hechos relativamente luctuosos, matrimonios fracasados y enfrentamientos (verbales y físicos) con representantes del arte, la literatura y la política de su país.
Abanderado de lo políticamente incorrecto, se opuso frontalmente al establissment de su país, denunciando el totalitarismo intrínseco del poder de EEUU tanto en su política interna como en la exterior, lo cual no dejó de acarrearle serios disgustos (su oposición a la guerra de Vietnam le llevó a la cárcel). Considerado el espíritu crítico del país, y ganador de tres Premios Pulitzer así como de otros galardones, su fama y sus opiniones le llevaron a ser calificado como “el último cerdo macho patriotero” según Kate Millet.
Admirador de Truman Capote, en una extraña relación amor-odio que perduró en el tiempo, no duda en calificarlo como “el escritor perfecto de mi generación”.
A la vez, se ve rodeado de sonados escándalos como desafiar a puñetazos a William Styron, agredir a Gore Vidal o el apuñalamiento de su segunda esposa en una noche de alcohol que le ocasionó pasar una temporada en un psiquiátrico.
Indudablemente, un personaje variopinto, difícil, a veces incómodo, visceral e incluso violento, aunque todas las descalificaciones que, desde siempre, recibió, acrecentaron el poder de la palabra escrita que desarrolló en toda su obra.
Fallece en New York el 10 de noviembre de 2007.

* * * * * *

Me encontré con Mailer, hace ya algunos años, cuando llegó a mis manos (porque lo pagué, claro) su obra “Los desnudos y los muertos” (de esta misma editorial), un extraordinario relato sobre la campaña del Pacífico, su primera novela y la que le encumbró a la fama. Sinceramente, además de impresionarme, creo que nunca más (al menos en ese género) consiguió la altura que alcanzó con ésta.

Ahora acabo de leer “El castillo en el bosque”, una mezcla de novela, relato histórico y ficción sobre la infancia de Adolf Hitler y la influencia que el Maligno, de mano de uno de sus diablos, ejerce en la formación del futuro Führer manipulando sueños, conciencia y familia y encaminándolo al resultado que históricamente todos conocemos. En su portada, un pasquín de propaganda antinazi americano de época. Una niña sobre una esvástica de fondo y la leyenda “Deliver us from evil” no puede ser más representativa. En su fondo, la novela recoge lo que algunos escritores ya habían desarrollado tiempo atrás: el mundo es un escenario de la lucha entre Dios y el Diablo, y en esa lucha, ambos personajes utilizan y manipulan a los humanos para conseguir salir victoriosos en algo que no tiene fin: la lucha entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas (¡que figura literaria más original, ¿verdad?)… una lucha que existe dentro de la misma Humanidad y desde que ésta evoluciona y es capaz de pensar.
El retrato que de Alois, el padre, de Klara, la madre y sobrina del primero, así como del propio Hitler que presenta Mailer, no es novedoso en sí. No en vano utiliza acreditadas fuentes biográficas como Alan Bullock o los ya clásicos estudios y memorias de Fest, Goebbels, Hanfstaengl, Hoffmann, Kershaw, Kubizek, Nietzsche, Smith o Trevor-Roper (para los interesados, les remito a las páginas de bibliografía, ya de por sí un ensayo sobre el personaje). Pero sí es novedoso el enfoque, el relato que, en primera persona, desarrolla ese diablo (reencarnado en un tal Dieter, SS de la Sección especial IV-2) y cómo va dejando pistas y referencias para hacernos comprender, o creer, lo que Mailer se propone desde un primer momento: demostrar que los personajes diabólicos no son más que el resultado de innumerables y, a veces, intrascendentes acciones que les marcan en la infancia (aunque aquí sean inducidos por Satanás) y les hacen ser lo que son en la edad adulta (y como ya he dicho antes, meros instrumentos de la eterna lucha entre la divinidad y la malignidad). Narraciones al hilo, como las bodas del zar Nicolás II o el asesinato de la emperatriz Sissi parece que no tuvieran nada que ver con el hilo principal de la trama. Tampoco las lecciones que, sobre la cría de abejas, se desarrollan a lo largo de muchas páginas (la colmena no es más que el libro de texto del que el futuro Führer va a extraer las consecuencias de la comunidad nacional, del destino conjunto, de la empresa común…)
Sin embargo, todas esas digresiones consiguen dar un fundamento, variedad y agilidad a la obra que hacen que, al llegar a sus últimas páginas, nos quede la sensación de que hemos leído un buen libro, uno más de los que, de haber existido ya en los años 30, hubiera sido expurgado de las bibliotecas alemanas y quemado en una de tantas hogueras con las que las organizaciones estudiantiles y las SA jalonaron Alemania en aquellos sordos años en los que la cultura cedió su puesto a la obediencia suprema, el pensamiento libre fue arrancado de raíz, la colectividad venció al individualismo crítico y sólo quedaron unas directrices del Partido que llevaron a Alemania a la noche más larga y más oscura de todas. Su noche más triste de la Historia.

Obras fundamentales del autor.

Advertisements for Myself. 1959.
América.
Antología mínima.
Caníbales y cristianos. 1966.
Costa bárbara. 1951.
Crónicas presidenciales. 1963.
De las mujeres y su elegancia. 1980.
Días de gracia y arena.
El castillo en el bosque.
El evangelio según el hijo. 1998.
El fantasma de Harlot. 1991.
El negro blanco. 1958.
El parque de los ciervos. 1955.
El tránsito de Narciso. 1978.
Enduring justice.
La canción del verdugo. 1980.
Lo esencial.
Los desnudos y los muertos. 1948.
Los ejércitos de la noche. 1968.
Los papeles presidenciales. 1963.
Los tipos duros no bailan. 1984.
Maidstone, un curso de realización cinematográfica. 1971.
Marilyn. 1973.
Miami y el sitio de Chicago. 1969.
Modest gifts.
Noches de la antigüedad. 1983.
Oswald: un misterio americano. 1996.
Picasso, retrato del artista joven. 1996.
¿Por qué estamos en guerra?
¿Por qué estamos en Vietnam? 1967.
Prisionero del sexo. 1971.
Rey del ring.
San Jorge y el padrino. 1972.
The deer park. 1955.
The spooky art.
The time of our time. 1998.
Un fuego en la luna. 1970.
Un sueño americano. 1964.

05 mayo, 2008

HARUKI MURAKAMI.

SAUCE CIEGO, MUJER DORMIDA.

Haruki Murakami.


Tusquets Editores. Colección Andanzas nº 649. Barcelona.

Febrero 2008. 1ª edición.


Traductora: Lourdes Porta.

ISBN: 978-84-8383-047-5

Rústica. 22,5 x 15. 386 páginas.

Murakami siempre me sorprende. Desde su primer libro que leí, “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” hasta esta serie de veinticuatro cuentos, pasando por Tokio Blues. Norwegian Wood. (Sí, ya sé que me quedan algunas muy importantes como “Sputnik, mi amor”,” Al sur de la frontera, al oeste del sol”, “La caza del carnero salvaje” o “Kafka en la orilla” – ¡qué bellos títulos! - , pero nadie es perfecto, aunque algunas de ellas las tengo esperando en la zona de “leíbles”).

El autor: Según sus críticos, Murakami empezó tarde en la literatura (él mismo comenta que viendo un partido de beisbol decidió escribir), pero nunca es tarde si la dicha es buena. Amante casi obsesivo del jazz (lo comprendo), su afición a este género musical le hace plasmar en sus novelas numerosas referencias al tema. Es normal, claro.

Admirado por unos, vilipendiado por otros, cualquier persona que sobresale en alguna de las artes deberá enfrentarse a esa contradicción. El caso es no hacer caso (redundancia) de ello.

La obra: Veinticuatro cuentos. En un programa literario, hablando de esta obra, uno de los participantes resumía su crítica, antela aquiescencia del director de éste, diciendo algo así como “24 misterios que hay que desentrañar para obtener toda la sustancia de lo que Murakami escribe”. Personalmente no pienso que sea así.

Es cierto que cada relato es un misterio. En cada uno de ellos aparece un hecho inexplicable, desconcertante. Pero que nadie busque desvelarlo al final de cada historia. Los misterios están ahí como la ensalada en las comidas. Casi como un acompañamiento, la sazón que se añade, el darle buen sabor. Pero, al final, cada cuento es sólo el reflejo de una opresiva, obsesiva e inevitable, rutina diaria.

Llego a la conclusión de que, en esos relatos, Murakami expone el vivir por el vivir, sin solución. Oportunidades perdidas, paraísos soñados y nunca desvelados, escaleras que se suben peldaño a peldaño sin más, hasta llegar al último y encontrarse con que el piso superior no difiere en gran medida del inferior. (Sin valorar que es un compendio que abarca desde sus primeros cuentos – harto deficientes – hasta los últimos, perfilados y elaborados con mimo como si de un bonsái se tratara)

Pero así es el autor. Con complejidades, pero sin soluciones.

Cada cuento está estructurado con un misterio que está ahí porque sí, como cada una de esas incógnitas en las que nosotros, personajillos de a pie y no literatos, nos encontramos día a día. ¿Se resuelven? No, posiblemente; o al menos, en su mayoría. Se quedan como asignaturas pendientes, como peces enganchados a un anzuelo que no tienen más relevancia que la de extraer un ser de un medio misterioso, oculto y que desconocemos en gran medida: el océano.

Y ahí está el interés de Murakami; con su complejidad teñida de simpleza o viceversa. Mas, ¿quién es capaz de bucear en el océano?

De una u otra manera el verbo, fluido y atractivo, el ambiente, con pinceladas de ese exotismo oriental, y las situaciones, impregnadas de una filosofía que nos transciende a los occidentales, hacen de la obra un volumen que es digno de leer.

Cuando lo acabemos podremos decir “mucho rollo” o “extraordinaria”. No importa; de una u otra manera entraremos dentro de uno de los dos grupos de los que hablé anteriormente.

Personalmente, a mí me ha gustado. Bastante.

Y para mí (redundancia), con eso es suficiente.

Seguiré siendo un incondicional de su obra.