22 agosto, 2006

BORIS PASTERNAK


EL DOCTOR ZHIVAGO

Una gran novela.
La única del autor, además, y por la que recibe el premio Nóbel de Literatura en 1958 (De todos es sabido que en realidad se otorga a toda una vida literaria, pero ¿habría recibido el galardón de no hacerse conocer mundialmente por esta obra?). Premio que, como por todo interesado en su obra sabe, se ve obligado a rechazar, no se sabe si forzado por el Estado o por propia convicción, aunque esa segunda opción me parece poco creible.
Boris Pasternak se ve sumido en una revolución. Una oleada de acontecimientos, la creación de una nueva “cultura” y, dentro de ella, de una nueva literatura, el realismo soviético, le superan. Acusado por los meapilas de turno, en este caso políticos, de no ceñirse a una línea estética paralela a la evolución de la sociedad en la que vive, con su amante (la figura de Lara en la novela) recluida en
un gulag, acaba por rendirse a sus propios miedos. Ve desaparecer a amigos y conocidos de gran valía en la vorágine del cambio, observa la mordaza con que maniatan a la literatura, de amplia y excelente tradición en su país, contempla cómo algunos de sus grandes mitos se suicidan o se prostituyen al poder soviético (el suicidio de Maiakovski o el encumbramiento de Gorki, por ejemplo), todo lo cual le aboca, opino, a escribir “El doctor Zhivago”.
Yuri A. Zhivago no es más que un hombre, con grandes defectos y virtudes, filósofo, poeta y médico, que no es capaz de adaptarse a los “Nuevos Tiempos”, y que sufre en su persona toda la tormenta que ruge a su alrededor. Paralela a ese cambio social, una desgarradora historia de amor que no es más que la proyección de estos tiempos en sus concepciones sentimentales.
Tania, Lara y, por último, Marina, son las islas en las que el doctor intenta salvar su soledad, defenderse de los ataques de la vida, que es el Régimen y, sobre todo, sobrevivir a éste.
Es lógico que sea Lara la mujer de su vida. Ella es la vida que no ha podido tener; ella es la que, junto a él, se enfrenta a los acontecimientos que sobrevienen; ella es la que se entrega sin condiciones ni ataduras sirviendo de amortiguador entre la vida real y las ensoñaciones de Zhivago.
Tania, su primera esposa, no es más que la perpetuación del Antiguo Régimen, que pervive en ella y en su familia. La quiere, indudablemente, pero no es Lara.
Y Marina, bueno… es la última ola que, pausada tras la marejada, llega a la playa a recoger los restos del naufragio.
Si algo hay que destacar sobremanera en la novela, es la descripción poética del paisaje, de la vida cambiante, de la que se agosta, se adormece y vuelve a renacer cada primavera.
Como Zhivago, Pasternak debe sobrevivir pese a todo, incluso a la oposición del régimen (en la novela, rojos y blancos enzarzados en una cruenta guerra civil; en su vida, el estalinismo en sus más férreas posiciones) por lo que se dedica a las traducciones (que no complican la vida) hasta que, en 1957, sacada ocultamente de Rusia, aparece publicada esta obra en Italia.
Tristemente, Pasternak no la vería editada en su país, pues, publicada en Rusia en 1988, ya había fallecido en 1960.
Una extraordinaria novela, excelentemente ambientada, maravillosamente descrita con un lenguaje poético inigualable de aquel que se considera un acérrimo admirador de Rilke, no me queda más que catalogarla como una de las mejores obras clásicas modernas de la cual cualquier interesado en la literatura y, especialmente en la rusa, no debería prescindir.

Obras de Boris Pasternak.

Poemas.

- El gemelo entre las nubes.
- Por encima de las barreras.
- Mi hermana, la vida.
- El segundo nacimiento.
- El tren de la mañana.
- La vastedad terrestre.

Narrativa.

- El doctor Zhivago.

Memorias y recuerdos.

- Salvoconducto.
- Mis confesiones.
- Memorias.

Otra obra recomendada encarecidamente sobre el autor:

- Rehén de la eternidad. Mis años con Pasternak. (Olga Ivinskaia).

13 agosto, 2006

FLANNERY O`CONNOR


(Mary) Flannery O`Connor nace en Sabannah el 25 de marzo de 1925.
De familia relativamente acomodada, siendo niña se traslada con sus padres (es hija única) a Milledgeville, donde residirá hasta su temprana muerte. En 1946 se le detecta una enfermedad sanguínea que le afecta fundamentalmente a las piernas, debiendo utilizar muletas hasta su fin, que acontece el 3 de octubre de 1964.

Excelente creadora de cuentos, todos ellos gravitan sobre la exclusión social, la personalidad de los negros (no olvidemos que ella es del Sur y, observadora, no puede dejar de machacar sobre el concepto “blanco” del negro en su comunidad) y la pacatería religiosa con la dualidad redención – condena siempre presente. “Me inspiro en lo que veo”, diría una vez la escritora.
"El tipo de percepción que debe tener o desarrollar el escritor de narrativa para acrecentar el significado de su relato es la llamada visión anagógica, es decir, la visión capaz de descubrir diversos niveles de realidad en una imagen, o en una situación. ...es un modo de leer la naturaleza abarcando todas las posibilidades".

En cuanto a la concepción de la autora sobre cómo escribir un cuento, destacaría sus palabras
"En la mayoría de los buenos cuentos es la personalidad del personaje lo que crea la acción de la historia. En la mayoría de esos cuentos, siento que el escritor ha pensado en una acción y luego seleccionado un personaje para que la lleve a cabo. Usualmente, existen más probabilidades de llegar a un buen fin si se comienza de otra manera. Si se parte de un personaje real estamos en camino de que algo pase antes de empezar a escribir, no se necesita saber qué. En verdad, puede ser mejor que uno ignore lo que sucederá. Cada uno debe ser capaz de descubrir algo en el cuento que escriba".

La crítica la incluye dentro de un trío femenino que marcó la novela sureña, siempre a la sombra de William Faulkner - Carson McCullers, Eudora Welty y Flannery O’Connor - en el llamado "estilo gótico sureño".

Acabo de leer “Cuentos completos” Editorial Lumen. 2005. (ISBN 84-264-1511-3).
Esta obra, de 832 páginas, recoge todos los cuentos de la autora. Treinta y una pequeñas joyas entre las que destacaría dos: “El negro artificial” y “Los lisiados serán los primeros”. Pero sobre todas ellas gravita el conflicto del hombre con su propia miseria, la lucha entre el bien (muchas veces hipócrita) y el mal (no tanto en ocasiones), la resolución de los conflictos mediante el amor, el remordimiento o la muerte, la segregación racial y ese sabor espeso, cálido y a menudo agobiante de la tierra en la que vive.
Es difícil escribir cuentos y, más aún – y de ahí su dificultad - , el mantener la atención del lector sin hacerse repetitivo. F.O. lo consigue y cada uno de esos relatos es como una caja cerrada a la que te acercas con curiosidad preguntándote “¿Qué sorpresa lleva encerrada dentro?”
Se podrían calificar algunos de demasiado lisos, otros de demasiado fuertes, otros de duros, pero en cualquier caso, podría compararse al descenso por un río con sus rápidos, sus remolinos y sus remansos… y ese regusto final de no haber perdido el tiempo que podrías haber dedicado a algo mejor.

Obra:

- Sangre sabia (1952).
- Es difícil encontrar a un hombre bueno (Relatos breves. 1955).
- El cielo es de los violentos (Otros la titulan “Los profetas”1960)
- Todo lo que crece tiene que converger (Relatos, también titulada “Las dulzuras del hogar”. 1965).
- Todos los relatos de F.O. (recopilación de todos sus cuentos. 1971).

03 agosto, 2006

Yo soñaba...

Hay un soneto... no sé, pero desde hace años siempre me ha gustado. No pregunte nadie por qué. Algunos se lo atribuyeron a Baudelaire, pero él mismo, en su "Mi corazón al desnudo" supone que pertenece a Maynard. El editor de esa obrita, sin embargo, lo atribuye a Théophile de Viau y añade que aparece en su "Delicias Satíricas", publicada originalmente en 1620.
Bueno, el caso es que lo he visto en varios sitios, pero como éste es el mío, no podía dejarlo en el olvido. Así pues, ahí va.

Yo soñaba esta noche que Filis regresaba,
bella como era bella al resplandor del día,
queriendo que su espectro aún hiciese el amor
y que, como Ixión, yo abrazase una nube.

En mi lecho su sombra se deslizó desnuda,
y me dijo: "Querido Damón, ya estoy de vuelta.
Sólo hice embellecer en ese triste sitio
donde desde mi marcha la suerte me retuvo.

Vengo a besar de nuevo al más hermoso amante,
vengo para morir de nuevo en tus abrazos".
Luego, cuando este ídolo extenuó mi llama,

me dijo: "¡Adiós! Me voy al reino de los muertos.
Como de haber jodido mi cuerpo te alabaste,
alábate también de haber jodido mi alma"