EL DOCTOR ZHIVAGO
Una gran novela.
La única del autor, además, y por la que recibe el premio Nóbel de Literatura en 1958 (De todos es sabido que en realidad se otorga a toda una vida literaria, pero ¿habría recibido el galardón de no hacerse conocer mundialmente por esta obra?). Premio que, como por todo interesado en su obra sabe, se ve obligado a rechazar, no se sabe si forzado por el Estado o por propia convicción, aunque esa segunda opción me parece poco creible.
Boris Pasternak se ve sumido en una revolución. Una oleada de acontecimientos, la creación de una nueva “cultura” y, dentro de ella, de una nueva literatura, el realismo soviético, le superan. Acusado por los meapilas de turno, en este caso políticos, de no ceñirse a una línea estética paralela a la evolución de la sociedad en la que vive, con su amante (la figura de Lara en la novela) recluida en un gulag, acaba por rendirse a sus propios miedos. Ve desaparecer a amigos y conocidos de gran valía en la vorágine del cambio, observa la mordaza con que maniatan a la literatura, de amplia y excelente tradición en su país, contempla cómo algunos de sus grandes mitos se suicidan o se prostituyen al poder soviético (el suicidio de Maiakovski o el encumbramiento de Gorki, por ejemplo), todo lo cual le aboca, opino, a escribir “El doctor Zhivago”.
Yuri A. Zhivago no es más que un hombre, con grandes defectos y virtudes, filósofo, poeta y médico, que no es capaz de adaptarse a los “Nuevos Tiempos”, y que sufre en su persona toda la tormenta que ruge a su alrededor. Paralela a ese cambio social, una desgarradora historia de amor que no es más que la proyección de estos tiempos en sus concepciones sentimentales.
Tania, Lara y, por último, Marina, son las islas en las que el doctor intenta salvar su soledad, defenderse de los ataques de la vida, que es el Régimen y, sobre todo, sobrevivir a éste.
Es lógico que sea Lara la mujer de su vida. Ella es la vida que no ha podido tener; ella es la que, junto a él, se enfrenta a los acontecimientos que sobrevienen; ella es la que se entrega sin condiciones ni ataduras sirviendo de amortiguador entre la vida real y las ensoñaciones de Zhivago.
Tania, su primera esposa, no es más que la perpetuación del Antiguo Régimen, que pervive en ella y en su familia. La quiere, indudablemente, pero no es Lara.
Y Marina, bueno… es la última ola que, pausada tras la marejada, llega a la playa a recoger los restos del naufragio.
Si algo hay que destacar sobremanera en la novela, es la descripción poética del paisaje, de la vida cambiante, de la que se agosta, se adormece y vuelve a renacer cada primavera.
Como Zhivago, Pasternak debe sobrevivir pese a todo, incluso a la oposición del régimen (en la novela, rojos y blancos enzarzados en una cruenta guerra civil; en su vida, el estalinismo en sus más férreas posiciones) por lo que se dedica a las traducciones (que no complican la vida) hasta que, en 1957, sacada ocultamente de Rusia, aparece publicada esta obra en Italia.
Tristemente, Pasternak no la vería editada en su país, pues, publicada en Rusia en 1988, ya había fallecido en 1960.
Una extraordinaria novela, excelentemente ambientada, maravillosamente descrita con un lenguaje poético inigualable de aquel que se considera un acérrimo admirador de Rilke, no me queda más que catalogarla como una de las mejores obras clásicas modernas de la cual cualquier interesado en la literatura y, especialmente en la rusa, no debería prescindir.
Obras de Boris Pasternak.
Poemas.
- El gemelo entre las nubes.
- Por encima de las barreras.
- Mi hermana, la vida.
- El segundo nacimiento.
- El tren de la mañana.
- La vastedad terrestre.
Narrativa.
- El doctor Zhivago.
Memorias y recuerdos.
- Salvoconducto.
- Mis confesiones.
- Memorias.
Otra obra recomendada encarecidamente sobre el autor:
- Rehén de la eternidad. Mis años con Pasternak. (Olga Ivinskaia).
Una gran novela.
La única del autor, además, y por la que recibe el premio Nóbel de Literatura en 1958 (De todos es sabido que en realidad se otorga a toda una vida literaria, pero ¿habría recibido el galardón de no hacerse conocer mundialmente por esta obra?). Premio que, como por todo interesado en su obra sabe, se ve obligado a rechazar, no se sabe si forzado por el Estado o por propia convicción, aunque esa segunda opción me parece poco creible.
Boris Pasternak se ve sumido en una revolución. Una oleada de acontecimientos, la creación de una nueva “cultura” y, dentro de ella, de una nueva literatura, el realismo soviético, le superan. Acusado por los meapilas de turno, en este caso políticos, de no ceñirse a una línea estética paralela a la evolución de la sociedad en la que vive, con su amante (la figura de Lara en la novela) recluida en un gulag, acaba por rendirse a sus propios miedos. Ve desaparecer a amigos y conocidos de gran valía en la vorágine del cambio, observa la mordaza con que maniatan a la literatura, de amplia y excelente tradición en su país, contempla cómo algunos de sus grandes mitos se suicidan o se prostituyen al poder soviético (el suicidio de Maiakovski o el encumbramiento de Gorki, por ejemplo), todo lo cual le aboca, opino, a escribir “El doctor Zhivago”.
Yuri A. Zhivago no es más que un hombre, con grandes defectos y virtudes, filósofo, poeta y médico, que no es capaz de adaptarse a los “Nuevos Tiempos”, y que sufre en su persona toda la tormenta que ruge a su alrededor. Paralela a ese cambio social, una desgarradora historia de amor que no es más que la proyección de estos tiempos en sus concepciones sentimentales.
Tania, Lara y, por último, Marina, son las islas en las que el doctor intenta salvar su soledad, defenderse de los ataques de la vida, que es el Régimen y, sobre todo, sobrevivir a éste.
Es lógico que sea Lara la mujer de su vida. Ella es la vida que no ha podido tener; ella es la que, junto a él, se enfrenta a los acontecimientos que sobrevienen; ella es la que se entrega sin condiciones ni ataduras sirviendo de amortiguador entre la vida real y las ensoñaciones de Zhivago.
Tania, su primera esposa, no es más que la perpetuación del Antiguo Régimen, que pervive en ella y en su familia. La quiere, indudablemente, pero no es Lara.
Y Marina, bueno… es la última ola que, pausada tras la marejada, llega a la playa a recoger los restos del naufragio.
Si algo hay que destacar sobremanera en la novela, es la descripción poética del paisaje, de la vida cambiante, de la que se agosta, se adormece y vuelve a renacer cada primavera.
Como Zhivago, Pasternak debe sobrevivir pese a todo, incluso a la oposición del régimen (en la novela, rojos y blancos enzarzados en una cruenta guerra civil; en su vida, el estalinismo en sus más férreas posiciones) por lo que se dedica a las traducciones (que no complican la vida) hasta que, en 1957, sacada ocultamente de Rusia, aparece publicada esta obra en Italia.
Tristemente, Pasternak no la vería editada en su país, pues, publicada en Rusia en 1988, ya había fallecido en 1960.
Una extraordinaria novela, excelentemente ambientada, maravillosamente descrita con un lenguaje poético inigualable de aquel que se considera un acérrimo admirador de Rilke, no me queda más que catalogarla como una de las mejores obras clásicas modernas de la cual cualquier interesado en la literatura y, especialmente en la rusa, no debería prescindir.
Obras de Boris Pasternak.
Poemas.
- El gemelo entre las nubes.
- Por encima de las barreras.
- Mi hermana, la vida.
- El segundo nacimiento.
- El tren de la mañana.
- La vastedad terrestre.
Narrativa.
- El doctor Zhivago.
Memorias y recuerdos.
- Salvoconducto.
- Mis confesiones.
- Memorias.
Otra obra recomendada encarecidamente sobre el autor:
- Rehén de la eternidad. Mis años con Pasternak. (Olga Ivinskaia).
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