CUANDO LLEVABAMOS UN SUEÑO EN CADA TRENZA.
Editorial Kailas
Colección Serie Ficción
1ª Edición 2007
ISBN 13: 978-84-89624-27-6
226 páginas
Paralelamente, las disquisiciones de una monja, anciana y rebelde, ponen sobre la mesa, o en el texto, la enorme cantidad de obstáculos que, moralmente, se presentan para conseguir ser un buen cristiano (o una buena cristiana) incluso a pesar de la Iglesia. La hermana Patrocinia nos hila sus recuerdos en el tiempo presentándonos, de forma muy crítica a la vez que lógica, la evolución de las creencias a lo largo de nuestra Historia cercana, desde la época republicana hasta hoy.
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Después de leer una novela, tengo la mala costumbre de curiosear en la Red qué se respira sobre dicha obra. En este caso, la realidad es decepcionante. Dos o tres reseñas (ésta, claro, será una más) que no dicen nada, que se repiten – o se copian - de una a otra, transcripción literal casi de la contraportada del libro.
Éste, como algunos de los que he leído últimamente, es un “libro de mujeres”. Siempre me ha llamado la atención lo que muchos damos en llamar “el mundo de las mujeres”. Y no hay mujeres más dispares en esta novela que Puri, Trini, Pili, Mari, Yoli o Loli. Pero, aún en su disparidad, no me llegan a calar. Quizás yo no haya sabido llegar a ellas, ponerme en su lugar, pero sus historias me quedan algo lisas, desenfocadas y un tanto irreales. Como contrapunto de la farsa, cual violón de una orquesta, con voz profunda y dominante, la hermana Patrocinio hilvana su historia, independiente, paralela y contundente.
Hay, pues, que distinguir dos hilos narrativos:
El de las mujeres que se reúnen periódicamente en el bar a contar sus historias, a hablar de ellas y de las demás, unas veces de modo superficial, otras implicándose más en los problemas de sus amigas o pidiendo a éstas que se impliquen en los suyos. Este hilo me parece demasiado costumbrista, a veces obvio y, en mi opinión, demasiado estereotipado. Aunque quizás esa sea la intención del autor; mostrar cómo todo se mueve por estereotipos, encasillamientos de los que es difícil salir y rutinas de las que es casi imposible salvarse.
El otro hilo, más sólido pero a primera vista menos importante, me ha gustado, sin embargo, bastante más. La monja plantea cuestiones históricas, teológicas, inquietudes intelectuales, monólogos que algunas veces “rozan la herejía”, presentándonos una historia de la Iglesia que resulta bastante más interesante que muchas de las confesiones de los personajes del otro hilo argumental.
Me gusta, pero me confunde, el cameo literario que construye el autor en las últimas páginas, así como la intersección, para mí algo forzada, de los personajes de ambas historias en esas páginas citadas y que, a mí, me han costado un poco leer.
Según mi criterio, pues, es un libro hasta cierto punto descompensado. Las dos historias no tienen la misma fuerza, no están tratadas quizás con la misma intensidad.
Pese a ello los personajes, todos mujeres (si exceptuamos a Lucio, el dueño del bar, el “pepito grillo” o “la memoria de éstas”) se enfrentan a una misma situación: el descontento entre los sueños, las esperanzas de su juventud y la realidad demoledora de sus tristes vidas actuales.
Todos somos rehenes de nuestros sueños Quizás por eso, ellas evocan, con cierta envidia mezclada con tristeza, aquel pasado en el que, resumido en el título del libro, “llevaban un sueño en cada trenza”.
(Publicada en la web www.ciberanica.com)
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