30 septiembre, 2006

PÉTER ESTERHÁZY.


ARMONÍA CELESTIAL.

Un libro realmente extraño, al menos para mí. Puede confundir a cualquiera que desconozca el devenir de Hungría en la historia centroeuropea.Y al que la conozca, le obliga a un esfuerzo, a veces, que es capaz de hecerle desistir de su lectura. De hecho, creo que es bastante más amena la segunda parte que la primera, pero cuando acabas de leerlo (realmente un tocho de bastantes páginas) te queda la sensación, aunque algo vaga, de que has leído un buen libro.Su lectura no es fácil, ya digo. Pero sí es interesante; se va haciendo interesante conforme avanzas entre sus páginas.La Hungría de los últimos dos siglos desfila a base de anécdotas, de reflexiones, de opiniones, entrelazada con mitos, leyendas, cuentos de su cultura... Y todo de la mano de la historia de una de las familias más influyentes en el país, la saga Esterházy (de cuyo patrimonio aún pueden apreciarse algunos objetos en el Museo de Arte Industrial de Budapest), poco a poco venida a menos hasta acabar con ella la instauración del comunismo en este país.En cuanto al estilo, hay que comprender que, aunque no es fácil, no es más que la expresión de lo que un día dijo el autor de esta obra, Péter Esterházy: "El lenguaje literario no aspira necesariamente a la comprensión racional, sino a la creación, puesto que quiere crear, dar vida".

Otras obras del autor:

- Los verbos auxiliares del corazón.
- Una mujer.
- La mirada de la condesa Hahn-Hahn bajando por el Danubio.
- El libro de Hrabal.
- Pequeña pornografía húngara.
- Versión corregida. (Una segunda parte de "Armonía...").
- Introducción a las bellas letras.

22 agosto, 2006

BORIS PASTERNAK


EL DOCTOR ZHIVAGO

Una gran novela.
La única del autor, además, y por la que recibe el premio Nóbel de Literatura en 1958 (De todos es sabido que en realidad se otorga a toda una vida literaria, pero ¿habría recibido el galardón de no hacerse conocer mundialmente por esta obra?). Premio que, como por todo interesado en su obra sabe, se ve obligado a rechazar, no se sabe si forzado por el Estado o por propia convicción, aunque esa segunda opción me parece poco creible.
Boris Pasternak se ve sumido en una revolución. Una oleada de acontecimientos, la creación de una nueva “cultura” y, dentro de ella, de una nueva literatura, el realismo soviético, le superan. Acusado por los meapilas de turno, en este caso políticos, de no ceñirse a una línea estética paralela a la evolución de la sociedad en la que vive, con su amante (la figura de Lara en la novela) recluida en
un gulag, acaba por rendirse a sus propios miedos. Ve desaparecer a amigos y conocidos de gran valía en la vorágine del cambio, observa la mordaza con que maniatan a la literatura, de amplia y excelente tradición en su país, contempla cómo algunos de sus grandes mitos se suicidan o se prostituyen al poder soviético (el suicidio de Maiakovski o el encumbramiento de Gorki, por ejemplo), todo lo cual le aboca, opino, a escribir “El doctor Zhivago”.
Yuri A. Zhivago no es más que un hombre, con grandes defectos y virtudes, filósofo, poeta y médico, que no es capaz de adaptarse a los “Nuevos Tiempos”, y que sufre en su persona toda la tormenta que ruge a su alrededor. Paralela a ese cambio social, una desgarradora historia de amor que no es más que la proyección de estos tiempos en sus concepciones sentimentales.
Tania, Lara y, por último, Marina, son las islas en las que el doctor intenta salvar su soledad, defenderse de los ataques de la vida, que es el Régimen y, sobre todo, sobrevivir a éste.
Es lógico que sea Lara la mujer de su vida. Ella es la vida que no ha podido tener; ella es la que, junto a él, se enfrenta a los acontecimientos que sobrevienen; ella es la que se entrega sin condiciones ni ataduras sirviendo de amortiguador entre la vida real y las ensoñaciones de Zhivago.
Tania, su primera esposa, no es más que la perpetuación del Antiguo Régimen, que pervive en ella y en su familia. La quiere, indudablemente, pero no es Lara.
Y Marina, bueno… es la última ola que, pausada tras la marejada, llega a la playa a recoger los restos del naufragio.
Si algo hay que destacar sobremanera en la novela, es la descripción poética del paisaje, de la vida cambiante, de la que se agosta, se adormece y vuelve a renacer cada primavera.
Como Zhivago, Pasternak debe sobrevivir pese a todo, incluso a la oposición del régimen (en la novela, rojos y blancos enzarzados en una cruenta guerra civil; en su vida, el estalinismo en sus más férreas posiciones) por lo que se dedica a las traducciones (que no complican la vida) hasta que, en 1957, sacada ocultamente de Rusia, aparece publicada esta obra en Italia.
Tristemente, Pasternak no la vería editada en su país, pues, publicada en Rusia en 1988, ya había fallecido en 1960.
Una extraordinaria novela, excelentemente ambientada, maravillosamente descrita con un lenguaje poético inigualable de aquel que se considera un acérrimo admirador de Rilke, no me queda más que catalogarla como una de las mejores obras clásicas modernas de la cual cualquier interesado en la literatura y, especialmente en la rusa, no debería prescindir.

Obras de Boris Pasternak.

Poemas.

- El gemelo entre las nubes.
- Por encima de las barreras.
- Mi hermana, la vida.
- El segundo nacimiento.
- El tren de la mañana.
- La vastedad terrestre.

Narrativa.

- El doctor Zhivago.

Memorias y recuerdos.

- Salvoconducto.
- Mis confesiones.
- Memorias.

Otra obra recomendada encarecidamente sobre el autor:

- Rehén de la eternidad. Mis años con Pasternak. (Olga Ivinskaia).

13 agosto, 2006

FLANNERY O`CONNOR


(Mary) Flannery O`Connor nace en Sabannah el 25 de marzo de 1925.
De familia relativamente acomodada, siendo niña se traslada con sus padres (es hija única) a Milledgeville, donde residirá hasta su temprana muerte. En 1946 se le detecta una enfermedad sanguínea que le afecta fundamentalmente a las piernas, debiendo utilizar muletas hasta su fin, que acontece el 3 de octubre de 1964.

Excelente creadora de cuentos, todos ellos gravitan sobre la exclusión social, la personalidad de los negros (no olvidemos que ella es del Sur y, observadora, no puede dejar de machacar sobre el concepto “blanco” del negro en su comunidad) y la pacatería religiosa con la dualidad redención – condena siempre presente. “Me inspiro en lo que veo”, diría una vez la escritora.
"El tipo de percepción que debe tener o desarrollar el escritor de narrativa para acrecentar el significado de su relato es la llamada visión anagógica, es decir, la visión capaz de descubrir diversos niveles de realidad en una imagen, o en una situación. ...es un modo de leer la naturaleza abarcando todas las posibilidades".

En cuanto a la concepción de la autora sobre cómo escribir un cuento, destacaría sus palabras
"En la mayoría de los buenos cuentos es la personalidad del personaje lo que crea la acción de la historia. En la mayoría de esos cuentos, siento que el escritor ha pensado en una acción y luego seleccionado un personaje para que la lleve a cabo. Usualmente, existen más probabilidades de llegar a un buen fin si se comienza de otra manera. Si se parte de un personaje real estamos en camino de que algo pase antes de empezar a escribir, no se necesita saber qué. En verdad, puede ser mejor que uno ignore lo que sucederá. Cada uno debe ser capaz de descubrir algo en el cuento que escriba".

La crítica la incluye dentro de un trío femenino que marcó la novela sureña, siempre a la sombra de William Faulkner - Carson McCullers, Eudora Welty y Flannery O’Connor - en el llamado "estilo gótico sureño".

Acabo de leer “Cuentos completos” Editorial Lumen. 2005. (ISBN 84-264-1511-3).
Esta obra, de 832 páginas, recoge todos los cuentos de la autora. Treinta y una pequeñas joyas entre las que destacaría dos: “El negro artificial” y “Los lisiados serán los primeros”. Pero sobre todas ellas gravita el conflicto del hombre con su propia miseria, la lucha entre el bien (muchas veces hipócrita) y el mal (no tanto en ocasiones), la resolución de los conflictos mediante el amor, el remordimiento o la muerte, la segregación racial y ese sabor espeso, cálido y a menudo agobiante de la tierra en la que vive.
Es difícil escribir cuentos y, más aún – y de ahí su dificultad - , el mantener la atención del lector sin hacerse repetitivo. F.O. lo consigue y cada uno de esos relatos es como una caja cerrada a la que te acercas con curiosidad preguntándote “¿Qué sorpresa lleva encerrada dentro?”
Se podrían calificar algunos de demasiado lisos, otros de demasiado fuertes, otros de duros, pero en cualquier caso, podría compararse al descenso por un río con sus rápidos, sus remolinos y sus remansos… y ese regusto final de no haber perdido el tiempo que podrías haber dedicado a algo mejor.

Obra:

- Sangre sabia (1952).
- Es difícil encontrar a un hombre bueno (Relatos breves. 1955).
- El cielo es de los violentos (Otros la titulan “Los profetas”1960)
- Todo lo que crece tiene que converger (Relatos, también titulada “Las dulzuras del hogar”. 1965).
- Todos los relatos de F.O. (recopilación de todos sus cuentos. 1971).

03 agosto, 2006

Yo soñaba...

Hay un soneto... no sé, pero desde hace años siempre me ha gustado. No pregunte nadie por qué. Algunos se lo atribuyeron a Baudelaire, pero él mismo, en su "Mi corazón al desnudo" supone que pertenece a Maynard. El editor de esa obrita, sin embargo, lo atribuye a Théophile de Viau y añade que aparece en su "Delicias Satíricas", publicada originalmente en 1620.
Bueno, el caso es que lo he visto en varios sitios, pero como éste es el mío, no podía dejarlo en el olvido. Así pues, ahí va.

Yo soñaba esta noche que Filis regresaba,
bella como era bella al resplandor del día,
queriendo que su espectro aún hiciese el amor
y que, como Ixión, yo abrazase una nube.

En mi lecho su sombra se deslizó desnuda,
y me dijo: "Querido Damón, ya estoy de vuelta.
Sólo hice embellecer en ese triste sitio
donde desde mi marcha la suerte me retuvo.

Vengo a besar de nuevo al más hermoso amante,
vengo para morir de nuevo en tus abrazos".
Luego, cuando este ídolo extenuó mi llama,

me dijo: "¡Adiós! Me voy al reino de los muertos.
Como de haber jodido mi cuerpo te alabaste,
alábate también de haber jodido mi alma"

14 mayo, 2006

ERNST JÜNGER



Fallecido el 17 de febrero de 1998, a la edad de 102 años, Jünger es para mí una figura clave de la intelectualidad del siglo XX.
Filósofo, ensayista, novelista y entomólogo (me llama la atención el paralelismo entre investigador y coleccionista, sea de lo que sea), su propia vida es una continua lucha entre las catalogaciones de los ignorantes y las calificaciones de los malpensantes.
Para mí, uno de sus errores es publicar “Tempestades de acero” (sus recuerdos de la Primera Guerra Mundial), y no impedir que se utilice dicha obra como bandera de “la sangre y de la tierra”, del heroísmo patriótico que tan utilizado fue por el nacional-socialismo.
No obstante, aunque de ideología más bien de “derechas”, supo mantenerse al margen de las corrientes políticas imperantes, lo que no le evita que, en 1939, sea movilizado con el grado de capitán (Hauptmann) en el ejército del Reich.
Antes de ello, marca un giro en su vida y en su obra con “El trabajador” y, fundamentalmente, con ”Sobre los acantilados de mármol”, fuerte crítica del régimen, de cuyas represalias se libra con la intervención directa de Hitler.
Pasa casi toda la guerra en París (en su obra, “Radiaciones”, nos presenta un enorme torrente de referencias de autores, obras y vivencias harto interesantes).
Tras la guerra, se niega a someterse a los tribunales de desnazificación con la simple razón de que él nunca fue nazi, posición que causa el ostracismo de su obra hasta 1948.
Después, una obra profunda, prolífica, a veces marcada por el LSD, hasta desembocar en “La tijera”.
Como resumen, si no epílogo, “Los titanes venideros”.
Pero claro, para comprender a Jünger, a su extraordinaria, polémica y polemizada personalidad, además de leer su obra, habría que comprender qué se piensa al acabar una guerra con una veintena de cicatrices debidas a siete heridas en combate y a sentir en el cuello el ligero peso de la “Pour le Merite” con tan sólo veintitrés años.
Una vez prometí a un amigo un par de fotos del Jünger de su época de invasor a su pesar.
Quizás esta breve reseña no sea más que la excusa para exponer dichas fotos… o puede ser al revés.

08 abril, 2006

ÍTACA (Konstantinos Kavafis)

Sí, ya sé que la poesía no es toda la literatura, pero mis deudas pendientes son deudas pendientes.
Y una de ellas es ésta, "ÍTACA", de Kavafis. Porque todos tenemos nuestras Ítacas.
Sí, también sé que es muy conocida, pero a mí me gusta releerla de vez en cuando. Por eso voy a añadirla. Porque me gusta, porque me sitúa donde debo estar y porque Kavafis me gusta.


"Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A lestrigones y a cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas.
No hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A lestrigones y a cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañana de verano
en que con placer, felizente,
arribes a bahías nuca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperlas y corales, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella, el camino ho hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Ítacas.

05 abril, 2006

TE DESEO (Vïctor Hugo).

Te deseo primero que ames, y que amando,
también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así, pero que si es,
sepas ser sin desesperar.
Te deseo también que tengas amigos, y que, incluso malos e inconsecuentes,
sean valientes y fieles,
y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.
Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.
Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo además que seas útil, mas no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede más nada,
esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante;
no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil,
sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia,
sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven
no madures demasiado de prisa,
y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer y su dolor
y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.
Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena,
que la risa habitual es sosa
y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo,
que existen, y que te rodean,
seres oprimidos, tratados con injusticia y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera, te sentirás bien por nada.
Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea,
y la acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez por año pongas
algo de ese dinero frente a ti y digas:
"Esto es mío",
sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno de tus afectos muera,
pero que si muere alguno,
puedas llorar sin lamentarte y
sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre,
tengas una buena mujer, y que siendo mujer,
tengas un buen hombre, mañana y al día siguiente,
y que cuando estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.
Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo mas nada que desearte.