15 diciembre, 2007

JONATHAN LITTELL


LAS BENÉVOLAS.
(Les Bienveillantes) *
Jonathan Littell.

Traducción: Mª Teresa Gallego Urrutia.
RBA Libros S.A.
1ª edición. Octubre 2007.
Género: Novela histórica.
Tapa dura con sobrecubierta.
24 x 16. 991 pp.
ISBN. 978-84-89662-52-0

Max Aue es un oficial del SD (Servicio de Seguridad), una rama de las SS.
Casado, con hijos y viviendo en Francia, treinta años después de acabar la guerra desgrana sus recuerdos y rememora la cruel lucha entablada en Rusia y la salvaje represión de que fueron víctimas tanto los rusos como los judíos a manos de los Einsatzkommandos. Cuando, poco a poco, la historia va cambiando y el genocida se transforma en víctima, continúa la “lucha contra el judaísmo”, aunque esta vez disfrazada bajo el intento de incrementar la producción bélica del Reich, encargo que recibe el protagonista del RFSS Himmler, auspiciado por Albert Speer. Para ello, Aue nos lleva de la mano por diversos campos de concentración en los que nos muestra todo el mal de que es capaz el ser humano. El horror de esos años acaba en Berlín, en 1945, con la caída del régimen que propició el Holocausto.
Paralelamente, Aue, gemelo, se ve envuelto en el asesinato de su madre y de su padrastro, es investigado por la Kripo (Policía Criminal) y nos insinúa una relación, no sólo fraterna, con su hermana, de la que está realmente enamorado.

La novela, premio Goncourt 2006 y Premio de la Academia Francesa 2007, viene precedida del escándalo. Tachada por algunos de revisionista, defenestrada por unos y elogiada por otros, lo cierto es que no puede dejar indiferente a nadie.
Una gran labor de investigación de Littell, que luego condensa en una novela de casi mil páginas de gran fuerza literaria y, por momentos, de un salvajismo inaudito que, sin embargo, no se nos hace tediosa.
Max Aue, el protagonista, es un nazi, homosexual, cínico y totalmente amoral. Doctor en Derecho, culto e inquieto, aunque todo su cargo de conciencia se traduzca en diarrea y vómitos crónicos, como si tales manifestaciones corporales le sirvieran para justificar lo vivido/narrado. De su mano (aunque después den ganas incluso de lavárselas) revivimos los asesinatos en masa de judíos y disidentes en la campaña rusa, recibimos lecciones sobre el desarrollo de los pueblos del Cáucaso (nacionalismos que, integrados a la fuerza en una Unión de Repúblicas Socialistas, recuperan su identidad en los años noventa del siglo pasado), conocemos al colaboracionismo francés y a sus máximos defensores (Brasillach y Rebatet entre otros), revisitamos la espantosa lucha de ratas en Stalingrado, los bombardeos de Berlín, el plan de aprovechamiento de la fuerza esclava internada en los campos de concentración, las terribles condiciones de la población en el infame Gobierno General (en Polonia) y la hecatombe final a la que se precipita, con rasgos de locura e inconsciencia, el pueblo alemán.
Pero lo más terrible, a mi parecer, es tanto la indiferencia de funcionario que impregna al protagonista y a todos los que le rodean, desde los más bajos a los más altos cargos, en todas sus acciones así como la acusación de que cualquiera podría haber actuado de la misma manera, sólo que la vida deparó la suerte de no estar allí (“si habéis nacido en un país y en una época en la que no sólo nadie viene a mataros a la mujer y a los hijos sino que, además, nadie viene a pediros que matéis a la mujer y a los hijos de otros, dadle gracias a Dios e id en paz. Pero no descartéis nunca el pensamiento de que a lo mejor tuvisteis más suerte que yo, pero que no sois mejores”).
Littell no descubre América, desde luego. De hecho sus descripciones, sus historias, las hemos leído muchas veces en la enorme cantidad de literatura, de memorias, estudios y ensayos que inundaron el mercado desde el final de la guerra.
Incluso muchas de las descripciones de escenarios podría casi asegurar que se han creado en virtud a la existencias de fotografías que presentan casi exactamente lo mismo sólo que en forma de imagen (o a películas ya vistas como “Stalingrado”, “Lacombe Lucien”, “La caída de los dioses” o “El ogro”, por citar algunas).
No dice en realidad nada nuevo, no nos descubre ningún horror desconocido, pero… nos presenta a los asesinos, a los protagonistas en un entorno al que no estábamos acostumbrados ( Eichmann, por ejemplo, no es más que un burócrata que va de despacho en despacho realizando trabajos que sólo son un tornillo más de un engranaje infernal.)
Tiene otra virtud el libro que no es desdeñable. Recopila y recrea entresijos e hilos de las maquinaciones de unos y otros para trepar en la escala jerárquica nacionalsocialista, en la lucha por el poder, se recrea en los odios internos, las divisiones, las trampas y las rencillas, personales o no, de personajes tan importantes y tan banales que influyen, con sus decisiones, en el devenir histórico.
Y uno se pregunta hasta dónde llega la ficción y dónde comienza la realidad.
En resumen, un vertiginoso, amoral, cruento y revulsivo relato de una época en la que imperó la “banalidad del mal” que ya Hannah Arendt expuso desde su relación con Heidegger hasta su conocida obra “Eichmann en Jerusalén”.
Por todo, una obra absolutamente recomendable tanto para los interesados en el tema como para aquellos a los que nunca les ha interesado este campo de estudio.

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* Las Benévolas, por si alguien se lo pregunta, y puesto que parecen no tener una relación directa con el tema del libro (algo que ya plantea como acertijo la revista “Qué leer” de noviembre), son las diosas infernales, las diosas vengadoras, las Erinias de Homero y Hesiodo, las Euménides (“benevolentes” llamadas así con cierto cinismo) y a las que los romanos conocieron como las Infernales. Eran tres: Alecto (“la incesante”), Tisífone (“expiadora del asesinato”) y Megera (“la Odiosa”). A éstas, Eurípides añadió una cuarta, Lisa (“la rabia”).

07 octubre, 2007

GÜNTER GRASS



PELANDO LA CEBOLLA.
(Beim Häuten der Zwiebel)
Gunter Grass
Editorial Alfaguara. Mayo 2007.
Traducción de Miguel Sáenz
447 páginas.

“Pelando la cebolla” parece ser la primera parte de una original trilogía autobiográfica de GÜNTER GRASS
.
Aunque con pequeñas regresiones, abarca fundamentalmente desde 1929 a 1959, unos años fundamentales para el autor.
En 1939 comienza la guerra y él, con doce años y habitante de Danzig (Gdansk) vive (y rememora) el bombardeo de Westerplatten por parte del obsoleto acorazado Schleswig-Holstein, el asalto a la oficina de Correos… recursos históricos que ya había utilizado en la biografía de Oskar Mazerat, el pequeño que se niega a crecer durante el nacionalsocialismo.
En 1959 regresa de su autoexilio en París. Acaba de publicar "El tambor de hojalata” y se ha convertido en escritor famoso.
El tiempo entre estas dos fechas le sirven a Grass para desgranar sus recuerdos, levantando capas de piel de la cebolla y ofrecoéndonos todas las novedades y curiosidades que sobre él y su mundo ocurren durante esos años.
Aunque algunos vean en la obra una confesión, para mí Grass, no sin lágrimas (que toda buena cebolla debe ser capaz de originar), revisa su vida en un intento, por supuesto logrado a priori, de buscarle una explicación y de justificar todo lo justificable.
Lo más interesante, a mi gusto y como lector contumaz de su obra, es la enorme cantidad de detalles que ofrece sobre la creación de sus personajes, las ideas que van sobreviniendo y de dónde obtiene sus perfiles, sus personalidades, cómo los construye y qué hace que sean como son.Indudablemente no faltan referencias a su inolvidable Oskar y al entrecruzamiento de personajes que, desde esta su primera obra, van apareciendo y desarrollándose en “Años de perro”, “El rodaballo”, "Mi siglo”, “Es cuento largo”, “El gato y el ratón”…
A la vez nos desvela cómo un hombre, marcado por la guerra y en un país destrozado por ésta, es capaz de abrirse camino buscando el apoyo en el arte, en la cultura (admirable en alguien que no ha acabado ni tan siquiera el Bachillerato), y cómo llega a convertirse en un referente en Alemania y fuera de ella.
Al contrario de las personas “normales”, que van añadiendo capas y capas de piel a ese corazón hasta transformarse en un enorme vegetal, él realiza el camino inverso, consciente de que algunas de esas pieles podían levantar ampollas e indignación en los bienpensantes y en los “democráticamente correctos”.
Sabía que, hasta cierto punto, se arriesgaba. Y ese riesgo, asumido, ha desembocado en ladridos de perros y en intentos de morder, sin sufrir menoscabo ante sus lectores y, menos aún, entre sus “seguidores literarios”.
El tema más complejo, el más peligroso, y el más utilizado por sus contrarios ha sido el marcado contraste de su pertenencia a las "SS hitlerianas" (y entrecomillo para enfatizar, tanto la ignorancia del calificativo como la incomprensión de la Historia y del devenir histórico) y su papel como referente moral en la postguerra. Ahí es donde han querido atacar al Premio Nobel.
Tan absurdo tachar de nazi a alguien que, con diecisiete años, y casi en plena caída del Régimen, se alista voluntario en la 10.SS-Panzer-Division “Frundsberg” como tachar de franquista a quien con doce años perteneciera, aquí, en España, a la OJE, semillero de la Falage y remedo “españolísimo” de las Juventudes Hitlerianas. Porque a sesenta años pasados es muy fácil pensar con las escalas de valores actuales y calificar en función de éstas, sin tener en cuenta lo que en esos años era tanto lógico como normal.
De todos modos, pese a su pasado “nazi” que ahora sale a la luz, y pese a los meapilas políticos que intentan una crucifixión ejemplar de alguien que ha demostrado estar muy por encima de ellos, seguiré leyendo a Günter Grass.
Y como él mismo dice en la última línea de su libro:“Para hablar de eso hacen falta cebollas y ganas”.

30 septiembre, 2007

PÍO BAROJA.

DESDE LA ÚLTIMA VUELTA DEL CAMINO.
(Edición "Cincuentenario Pío Baroja 1956-2006").

TUSQUETS EDITORES. COLECCIÓN TIEMPO DE MEMORIA. Barcelona. 2006.
ISBN: 84-8310-483-0 (II vol.)
84-8310-493-8 (III vol.)
En rústica con sobrecubierta. 22,5 x 15. 598 - 823 pp.

La editorial Tusquets está realizando una loable labor con su colección “Tiempo de memoria”, una colección, para mí, que tiene poco desperdicio.
En este caso edita y reedita, en tres tomos, la bibliografía memorialista de uno de los autores emblemáticos de la literatura española: Pío Baroja.
El valor intrínseco de esta obra es, fundamentalmente el de recopilación, el de acercar al lector al Baroja más íntimo junto al más público, al contradictorio, a la persona, además de añadir algunos artículos y obras inéditos, aunque no sean tantos como uno desearía.
La mayor parte de lo publicado (si no todo) ya está editado anteriormente por la editorial familiar, Caro Raggio. Pero Tusquets tiene el acierto de ponerlo en nuestras manos en una edición cuidad, atractiva y accesible sin necesidad de perder tiempo y fuerzas en la búsqueda de lo que realmente interesa para comprender el universo barojiano.
* * * * * *
El segundo volumen recoge tres obras suyas. Dos de ellas ya conocidas y editadas anteriormente:
- “Galería de tipos de la época” (1947).
- “La intuición y el estilo” (1948).

La tercera mucho más corta, una composición de textos inéditos, reunidos por primera vez en un libro:

- Ilusión o realidad”

El primer título de este volumen nos remonta a sus recuerdos de amistades y enemistades y a sus experiencias con toda clase de personajes de la cultura de la primera mitad del siglo XX. Vierte sus opiniones sobre ellos con la tranquilidad del que sabe de qué habla, del conocedor del terreno y, por supuesto, con todo el genio, sorna y realismo que se han dado en llamar barojianos. Páginas llenas de anecdotas por las que desfilan, Galdós, Valle Inclán, Blasco Ibáñez, Unamuno, Maeztu, Pedro Luis de Gálvez (a quien me encontré hace algunos años, por primera vez en literatura, de la mano de Juan Manuel de Prada en “Desgarrados y excéntricos”), Ciro Bayo, Pereda… Una galería que no tiene desperdicio, tanto por los personajes tratados como por el tratamiento a que los somete este escritor vasco, para mí comparable en muchos aspectos de su carácter y de su obra al ampurdanés Pla.
Esta obra fue publicada por primera vez en Biblioteca Nueva en 1947, de nuevo en 1952 y por Minotauro en 1955. Creo que en los años ochenta ha sido editada de nuevo por Caro Raggio, la editorial fundada por su cuñado en 1917 y levantada de nuevo por sus sobrinos, Julio y Pio Caro Baroja, hijos del editor.

El segundo, ("Intuición y estilo") nos encamina, mediante las opiniones de Baroja, unas acertadas y otras, para mí, desacertadas, trasnochadas o erradas, a un tratado sobre el arte de escribir. En él, las referencias a sus propias obras son mínimas, casi sin importancia. Se retrotrae a los clásicos, demuestra su menosprecio de los literatos franceses (curioso que rechace a Barbusse con su obra “El fuego”, premio Gongourt… ¿sería porque mientras de él se hacían una o dos ediciones, de este libro la misma editorial había realizado ya cuatro ediciones?), de algunos ingleses, abomina de los –ismos que nacen con el siglo, se aferra al Siglo de Oro español… puede estar equivocado (posiblemente a ojos de los eruditos actuales, lo esté) pero nos lleva en un delicioso viaje desde la Grecia clásica hasta el siglo XX, salpicándolo de opiniones propias, de filias y fobias que hace ameno y poco cansado el viaje.
Hay un par de paginitas con el estudio etimológico de algunas palabras que me ha hecho sonreír por la crítica contenida y la soltura con la que trata el tema. Es sólo un ejemplo, claro.
Casi nadie se salva de su pluma y pocos, en realidad, salen incólumes de sus opiniones. No es que haya que tenerlas en cuenta ni creerlas al pie de la letra, pero son lo suficientemente interesantes como para apreciarlas.
Tampoco, como la anterior, es una obra inédita, puesto que ya se publicó inicialmente en Biblioteca Nueva en 1948 y en la renovada Caro Raggio en 1983.

El último, que completa este volumen de sus memorias, es un texto compuesto con muchas partes inéditas y con sólo un denominador común: la ilusión frente a la realidad. La eterna dicotomía entre lo soñado y lo vivido, entre el deseo y lo real. Se extiende y pone a parir a toda la magna pléyade de espiritistas, espiritualistas y “otras gentes de mal vivir” que nacen a raíz de la Primera Gran Guerra y los enfrenta, como sin querer, a la vida de la gente común en un Madrid en guerra. Genial, el recuerdo de La Corrala (el Rancho Grande), una especie de patio de Monipodio como una isla rodeadada de mares enfurecidos.
En esta obra, corta, se mezcla todo. Pensamientos, recuerdos, humor… Reflexiones tan serias como la teoría de la relatividad y el átomo se mezclan con opiniones sobre músicos (p.e., Chueca) o políticos. Es un cajón de sastre pero en el que existen, al abrirlo, dos niveles: el de aquellos que viven en el aire, en los sueños, y el de los que lo hacen con los pies en el suelo.

En resumen, una obra que mantiene el interés, sin olvidar que no es una novela de aventuras ni nada que mantenga un hilo totalmente coherente y que nos pueda interesar como el que lee una historia a las que nos tienen acostumbrados últimamente las editoriales.
Si antes, años antes, hemos leído las dos primeras obras, la memoria es flaca y podemos considerar su lectura como un "Baroja revisitado".
Aunque no; yo creo que no debemos pensar que estamos leyendo a Baroja. Más bien estamos leyendo en Baroja, que no es igual, pero que creo que se acerca más a la realidad.
* * * * * *
El tercer tomo recopila cuatro obras, tan interesantes a veces como tediosas por momentos.
"Reportajes", "Bagatelas de otoño", "La guerra civil en la frontera" y el inédito "Rojos y blancos".
Las dos primeras, de 1948, son conocidas suficientemente por cualquier seguidor de este literato vasco.
La tercera, por su contenido, no pudo ser publicada hasta el final de la Dictadura. Como muchas de sus otras obras, levanta ampollas. Su pensamiento, su opinión y su "alejamiento" de la tragedia que recorre España es alabado por muchos y, denostado por otros (disponible está, por ejemplo, "Baroja o el miedo" de Eduardo Gil Bera). Si he de dar mi opinión, por supuesto muy personal, Baroja se deja arrastar por su clásico individualismo y arremete contra moros y cristianos. Es cierto que, desde mi óptica, zahiere más a las izquierdas que a las derechas aunque puede que eso tenga su origen en cuándo organiza la obra. Tanto en ésta como en la inédita "Rojos y blancos", se aprecia claramente que no es una obra de un tirón. Don Pío relata, salta de unas épocas a otras, inserta cuñas casi forzadas que descolocan hasta cierto punto al lector, las correspondencias históricas desconciertan (no es lógico hablar de que está sucediendo en la guerra y, a continuación, insertar el final de la Guerra Mundial como ejemplo). Pero tras su lectura, siempre quedan dos conclusiones que casi son universales:
1. El individualismo del escritor le hace ser tan escéptico en su relato que llegamos a dudar (y lógicamente así debe ser en unas memorias) de su criterio como analista político-social de la historia que vive.
2. Ese individualismo, tan impregnado de pesimismo, nos deja un mal sabor de boca.
Pero ya sabemos todos que ese tiempo no fue un tiempo de rosas ni la vida tan fácil como cantar bajo la lluvia.
Y si me he de quedar con una opinión que lo defina, me quedaría con la de "si uno es un necio, la cosa es fácil; si uno tiene dos dedos de frente, entonces la cosa se complica".

29 septiembre, 2007

SUSANNA CLARKE

JONATHAN STRANGE Y EL SEÑOR NORRELL

TÍTULO ORIGINAL: JONATHAN STRANGE & MR. NORRELL
AUTORA: SUSANNA CLARKE.
EDITORIAL: CÍRCULO DE LECTORES (CEDIDA POR PUBLICACIONES Y EDICIONES SALAMANDRA S.A). 2006.
TRADUCCIÓN: ANA Mª DE LA FUENTE.
ISBN: 84-672-1961-0
Encuadernación en tapa dura. 210 X 140. 813 PP.
Género: Ficción / fantasía.

No sé por qué, pero a menudo me parece que llego a algunas habitaciones cuando ya un ladrón furtivo las ha desvalijado, abro algunas puertas cuando ya otros han reventado sus cerrojos y quiero hablar de algunos libros cuando muchos han dicho todo (y mejor) lo que podía decirse de ellos.
Es el caso de este libro.
Tengo por costumbre leer a la vez (bueno, no exactamente eso, sino que tengo en proceso de lectura) tres o cuatro títulos, con lo cual a veces se eternizan y cuando, al acabarlos, quiero expresar mi opinión, ya las hay a cientos en la Red.
He visto muchas sobre este libro. Ninguna negativa (incluso alguna que pone a la novela en tales altares que, ateo por convicción, para mí que se pasan un punto).
A ver.
Es un buen libro de fantasía. Casi diría que de lo mejor que he leído en estos últimos años, lo cual ha sido una sorpresa para mí.
El tema no lo voy a desarrollar con extensión, que para eso lo mejor es leer el libro.
La magia en Inglaterra, algo cotidiano en épocas antíguas, ha desaparecido como tal de la vida del país. A comienzos del siglo XIX, un mago egocentrico, creído y egoísta se hace dueño y señor de los secretos de la magia, acapara todo su encanto en una enorme biblioteca sobre el tema y se erige en la única persona capacitada y “autorizada” para ejercerla.
Pero su propia forma de ser le limita lo bastante como para no pasar de hechizos banales, intrascendentes o espectaculares simplemente para demostrar que él es el único mago capacitado para ello.
Y así sería si no apareciese Jonathan Strange y, con él, un nuevo punto de vista sobre la magia, sobre su utilidad y sobre la importancia de ésta en el pasado y su necesidad en el presente. De su mano descubrimos la existencia de mundos paralelos (interconectados en el pasado), el real y el feérico, con caminos que se entrecruzan y que te permiten pasar de uno a otro, aprendemos que la magia no es obligar a la Naturaleza sino colaborar con ella, de la lucha entre preservarse del mítico Rey Cuervo o, por el contrario, de volver a sus principios y hacer extensivo el uso de la magia a muchas personas capacitadas para ello…
Una novela mágica, ciertamente, con una sabia mezcla de vida cotidiana (en la que la autora se recrea con nimios detalles y descripciones que nos hacen sentir realmente ese siglo, perfectamente ambientado), mundo mágico y unas pinceladas, a veces, de auténtico terror.
Aunque la intención de la autora no es esta última precisamente.
Crea un mundo perfectamente creíble en el que se desenvuelven y se relacionan personajes reales y míticos tan auténticos como los primeros.
Excelentes los pie depágina que podrían casi ser un libro aparte y en el que se recogen cuentos, leyendas, hiistorias que no tienen una cabida directa en el hilo de la narración pero que la complementan de forma tanto amena como exhaustiva.
Un libro, pues, que merece la pena ser recomendado y, por supuesto leído.
Sus 813 páginas no llegan a cansar.
Si algo negativo se puede decir, en mi opinión, es que el final de la novela queda un poco débil. Una historia acabada pero que deja temas sin cerrar, idilios a la espera del paso del tiempo y situaciones pendientes de un posible desarrollo sólo indica, y ojalá que esté equivocado, que existiría la posibilidad de que en un plazo más o menos largo, apareciera una segunda parte, cosa que odio (la explotación de un éxito desmitifica la intención y la calidad de la obra inicial. Y en este mundo, aunque parezca algo tonto, estamos faltos de mitos tan sencillos, amenos e inocuos como un libro)
No me gustan las sagas que nacen a raiz de una primera historia. Pese a honrosas excepciones, el dicho de que “segundas partes nunca fueron buenas”, por desgracia, suele cumplirse en un gran porcentaje de casos.

Nota. El libro fue calificado como Mejor Novela del Año, en 2004, por la Asociacion de Libreros Independientes de EEUU.

24 junio, 2007

JOSÉ ANTONIO MILLÁN

PERDÓN, IMPOSIBLE.

Título: PERDON, IMPOSIBLE.
Autor: José Antonio Millán.
Editorial: RBA. 1ª edición. Marzo 2005.
ISBN: 84-7871-278-X
Género: Gramática.
Otros: Rústica. 205 x 135. 172 pp.

Un muy ameno e interesante estudio gramatical de la puntuación utilizada en castellano. 22 capítulos nos conducen, nos orientan, nos aconsejan y, de forma muy didáctica, con múltiples ejemplos extraídos de la literatura, nos enseñan, si estamos dispuestos a aprender, a utilizar de modo congruente y lógico la multitud de signos ortográficos que se pueden (y a veces se deben) utilizar al escribir.


Hay muchas obras de divulgación gramatical, accesibles y, obviando el lenguaje farragoso o docto, accesibles al gran público (puedo asegurar que no es necesario ser titular de un sillón de la Real Academia de la Lengua). Vengo a decir con esto que el que no sabe es porque no quiere, realmente.
Este libro en cuestión, empezando por su título, sorprende, al principio ingenuamente, por el simple ejemplo de utilizar una coma. Porque de “Perdón imposible, que cumpla condena” a “Perdón, imposible que cumpla condena” va todo un mundo. (Tanta como entre “Las invitadas que estaban cansadas se retiraron de la fiesta” y “las invitadas, que estaban cansadas, se retiraron de la fiesta”. En el primer caso al menos se quedaron las más despejadas, con más marcha, las invitadas realmente interesantes. En el segundo… apaga y vámonos)
Y este mundo gramatical, el de la importancia de los signos de puntuación, es el que nos abre José Antonio Millán.
Parte de un principio: En la escritura es más difícil de expresar emociones, sentimientos, ironías… que en la lengua hablada. Por esa razón, y puesto que lo escrito ha de acercarse al lector con todos los matices posibles que lo aproximen al máximo al lenguaje oral, el escritor debe utilizar, con tino suficiente, no con desatino, la multitud de signos ortográficos que puede tener a su disposición; algunos, incluso, desconocidos en su uso por la mayoría de nosotros.
Y utiliza el ejemplo para cada exposición. Y por el libro rondan y saltan en sus páginas Cervantes, Calderón, Borges, Erasmo, Carlomagno, de Sousa, María Moliner, Sánchez Ferlosio, Skármeta, Cela, Huidobro, Mendoza, Orwell …
Es una delicia. Y una sorpresa enterarse, por ejemplo, de que en ciertos casos el guión se acentúa. ¿Sorprendido? Yo también. Otra: ¿Sabía que Cervantes no usaba la coma, punto y coma ni dos puntos, y escasamente el punto y aparte?
En procesión desfilan la coma, el punto y coma, los dos puntos, el paréntesis, el punto (seguido, aparte, final, suspensivos) , la admiración, la interrogación, las comillas, el guión, el apóstrofo (coma volante; no confundir con el apóstrofe), la utilización de diversos signos en los números, el asterisco (su significado: “semejante a una estrella”), los paréntesis, los corchetes, los “bolos, boliches o topos”… y para rematar, los textos sin puntos y los puntos sin textos.
Cuando uno acaba de leer esta pequeña obra (tan sólo 172 pp.) le embarga la confusión e incluso el desánimo porque se da cuenta de que usamos un lenguaje escrito demasiado limitado para la riqueza con la que podríamos expresarnos si supiésemos utilizar correctamente sus símbolos.
Menciona casi al final, Millán, que Borges, al cabo de treinta años, introdujo algunas correcciones en El Aleph, como
-[…] Es mío, es mío; yo lo descubrí en la niñez, …(versión inicial)
-[…] Es mío, es mío: yo lo descubrí en la niñez, …(versión 1974).
Sólo una pregunta me viene al hilo: ¿merece la pena tanto esfuerzo a la hora de expresar ideas si luego, éstas, caen en manos de un lector que no sabe interpretarlas justamente?
Pero bueno, dilemas existenciales al margen, un libro muy atractivo, entretenido y recomendable para todo el interesado en el laberinto de la gramática (y de la ortografía,) que tan simple parece a veces, y para cualquiera que tenga pretensiones de escribir un texto medianamente legible.

01 junio, 2007

JEANETTE WINTERSON



LA NIÑA DEL FARO.




En algún lugar entre el miedo y el sexo está la pasión. La entrada a ella es repentina. La salida es peor.

Poco tengo que decir de su biografía, ya que buscando en muchas de las páginas web que existen sobre ella, cualquiera puede ponerse al día sobre sus vicisitudes.
Ojeando en estas páginas no dejo de observar que todas ellas hacen mención a su periodo infantil-juvenil en el seno de una familia protestante profundamente religiosa. Alguien comenta que en su casa sólo había seis libros, de los cuales tres eran Biblias.
No es, pues, de extrañar, que a su llegada a la etapa en la que cualquiera suele tomar sus decisiones, ella optase tanto por abandonar tempranamente a la familia (debido a su lesbianismo, por supuesto intolerable para sus padres adoptivos) como por un creciente amor a los libros y al mundo que éstos representan.
Nacida en 1959, vive con su actual pareja en el Reino Unido, escribiendo y regentando un comercio naturalista.
Es curioso, y aún no me lo explico, cómo ciertas autoras me llaman la atención por su obra literaria, descubriendo, algunas veces después, que su elección sexual es el lesbianismo (claros ejemplos encuentro en algunas de mis escritoras preferidas: Margaret Atwood, Djuna Barnes, Virginia Woolf, Margarite Yourcenar, Carson McCullers, Simone de Beauvoir…). Tendré que investigarme sobre ello.
Este libro, “La niña del faro”, no tiene una bella portada (cosa en la que Lumen creo que no acierta) y la editorial anuncia la obra como el inicio de la “Biblioteca Jeanette Winterson” con la intención, supongo, de continuar publicando toda su obra. Estaré atento pues a la evolución de esta muy buena intención.
En cuanto al contenido de la novela, se inicia muy bien, se lee primero con curiosidad y después con interés. Pero no sé por qué, casi al final me da la impresión de que pierde fuerza, de que falta algo, de que se queda corta o de que la autora quiere acabarla y busca un término de compromiso con el cual dar el cerrojazo a la obra. Y es una lástima porque, como ya digo antes, tiene suficiente fuerza al principio como para esperar algo más.
Es muy interesante cómo la historia, dando saltos adelante y atrás, se desenvuelve alrededor de un faro, desde su creación hasta su automatización, y cómo se llena de cuentos, de historias narradas por el farero ciego, el señor Pew que, a la vez que entretienen y educan a Silver, la protagonista, nos llevan de la mano hasta Darwin, Stevenson y personajes no, por secundarios, menos interesantes.
En fin, si no fuera por el final, la novela sería un ejercicio preciosista y literario a los que normalmente no estamos acostumbrados. No obstante, merece la pena leerse y, para mi gusto, es absolutamente digna de ser recomendada.

Entre las frases de la autora encontradas al azar en Internet me han encantado dos, que quiero incluir aquí.
La primera de ellas, porque está en total sintonía con lo que yo, inconscientemente, hago cuando conozco a alguien.

“A menudo, es una cuestión de sensibilidad. Los libros que amamos dicen algo sobre nosotros, y sobre nuestros amigos. Explorar la estantería de alguien puede decirte tanto como leer su diario. El camino más rápido a la intimidad no es compartir una cama o un día de fiesta, sino compartir un libro”

La segunda, porque recoge una curiosa teoría vital, del desarrollo personal de cada cual, y que me está haciendo pensar mucho.

"Tengo una teoría según la cual cada vez que haces una elección importante, la parte de ti que se queda continúa la otra vida que podrías haber vivido. Las emanaciones de algunas personas son muy potentes y otras se crean nuevamente a sí mismas fuera de su propio cuerpo... Cabe la posibilidad de que yo no esté aquí, de que todas las partes de mi ser que bordearon todas las elecciones que hice y que no hice se rocen fugazmente... Regresar después de mucho tiempo enloquece porque a los que dejaste no les gusta pensar que has cambiado, te tratan como siempre lo hicieron y te acusan de ser indiferente cuando sólo eres diferente..."

Sus obras:

Novelas:

Fruta Prohibida (1985) (Oranges Are Not the Only Fruit)
La Pasión (1987) (The Passion)
Espejismos (1990) (Sexing the Cherry)
Escrito en el cuerpo (1992) (Written On The Body)
Art & lies (1994)
Simetrías viscerales (1997) (Gut symmetries)
El Powerbook (2000) (The Powerbook)
La niña del faro (2004) (Lighthousekeeping)

Cuentos:


The world and other places (1998)

Ensayos:


Art Objects (1995)

Cómic:


Boating for Beginners (1986)

06 mayo, 2007

RECUERDO INFANTIL (A. MACHADO)

Si de Antonio Machado hubiera de recordar, podría recordar mucho. Si, además, lo combino con la infancia, la añoranza me trae a la memoria una poesía con la que muchos de nosotros asociamos nuestro periodo escolar. Y no me resisto a su presencia en estas páginas, tan de tarde en tarde escritas y mucho menos leídas.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo el coro infantil
va cantando la lección:
"mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón."
.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

18 marzo, 2007

KAFKA (I)

Un pensamiento de Kafka que me gusta:

"Creo que solo deberían leerse libros que a uno le muerdan y le puncen.
Si el libro que leemos no nos despierta como un puñetazo en el cráneo, entonces, ¿para qué leemos?...
Un libro tiene que ser como el hacha para el mar helado que llevamos dentro".